miércoles, 5 de septiembre de 2012

El ocio (cuento con moraleja)


Uno, dos, tres...para que seguir contando, el tiempo es limitado y no queda mucho que hacer, todo es efimero pero a la ves me persigue como eterno. El silencio de mi mente, placentero lugar donde me gusta descanzar sin más que el silencio y yo. No, a veces ni si quiera entro yo, solo el silencio mientras lo observo atento, como expectador de mi propia mente, del vacio de mi mente que no quiere contestar a mis llamadas, quizas no escucha el ring del telefono, no lo se, o más bien si lo se, pero me engaño a mi mismo para pensar que no, despues de todo, lo veo desde el vidrio de mi casa.

Qué más da si me habla o no, lo importante es que me acoje tranquilo y me deja descanzar cuando no haga nada, los pocos momentos de no hacer nada. Quien diria que es tan valioso hacer nada en estos tiempos, el ocio es casi un lujo, más valioso que un yate, un porche o unas vacaciones en el tropico. Si bien en unas vacaciones podria descanzar, comer, bañarme y salpicar agua tan templada como solo el tropico puede ofrecer; a pesar de todo eso no es ocio, solo un momento de distracción, la mente en otro lugar, el cuepo en pantalones cortos y los ojos mirando de seguro el cuerpo de cualquier mujer que se mató en el gimnacio todo el año. El ocio, por otro lado, es detenerse y sentarse a tomar un café con uno mismo, conversar de la vida, de politica, de futbol o de lo que sea que uno hable con amigos, pero con uno mismo. Y no hablo de hablar mirado un espejo, hablo más bien de hablar solo, gesticular, emitir palabras sin que nadie, además del yo, escuche un apice de lo que dices. Es entonces el arte de pensar, hablar y discutir con uno mismo, solo así la mente crea tranquila, mientras la veo cambiarse ropa sin incomodarse.

Toco la puerta y me responde ella, me dice que tome asiento, que es un gusto verme nuevamente por aquí, pero que tenemos que hablar de algo. Me imagino lo peor, siempre he sido así por eso no me extraña, pero siempre me asustan estas situaciones. Se acerca a mi, me mira a los ojos sin decir nada, me da una cachetada en la cara y me despierta con un sonoro estruendo.

-¡Weón!, deja de dormir en clases,el profe ya te cachó; o por lo menos deja de roncar.

Moraleja, el ocio es importante, pero si lo dejas para altas horas de la noche te puede traer unas pequeñas secuelas al día siguiente.

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