martes, 1 de noviembre de 2011

Huella de un sentir

Una noche solitaria Él caminaba, sin persona ni enigmas, ni un alma que estorbara, Él padecía de dolor de sentidos, privación de olvido y aun peor de existencia simple y burda, esa noche el caminaba transformado en humano.

Frotaba sus cienes con dolidas rocas de papel llenas de agua negra, dulce, toxica y transparente como el duro aire en el. Luego de media hora, dos minutos y 57 segundos, notó lo frágil del tiempo, esa semana ya no era media hora. Su gris mirar contemplaba los meses y poco a poco cayó enfermo por los años de andar.

Que frágil que era, bastó sentir cada segundo tan largo como un día y los días como un quebrado suspiro al aire impuro que lo matará en ese momento.

Cuando Él miró tras de si, recordó cada misero paso antes de ser, o mejor dicho ya no ser el humano que nunca comprendió. Vio en un sutil pétalo de pobre alzado su primer y ultimo pazo, vio nacer en sus ultima bocanada el primer olor de la vida, el placer de reír...el placer de llorar.

Ya en su más remota y austral lagrima se despide del que su historia escuche, su descendencia y entendidos que nunca entendieron su andar, sus suspiro del alma inexistente, su suspiro de alma mortal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario