Suave, tan suave que no comprendo el por que, pasan por mi mente recuerdos a montón solo por aquella textura tan perfecta, tan suave. Vuelvo a tocar ese liso pelo, largo y tan dócil que parece inerte, ¿a que se debe?
Sigo buscando, la sensación persiste en mis manos, suave, aquella tersa piel blanca y antes tan cálida. Ese manto albino cubría su cara, dormida plácidamente sobre la aterciopelada tela, su cama de la mas fina madera y lujosamente adornada con piezas de metal tan brillantes y perfectamente pulidas. Preciosas ropas de exclusivos tejidos acompañaban su callado cuerpo. Yo contemplaba tiernamente aquel espectáculo inmóvil, la simple belleza de verla dormir en la que sería su definitiva morada de descanso, hasta que la tierra y el tiempo terminen con su cadavérica silueta y su suave sensación transformada en viscosos gusanos hambrientos de muerte.
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