Miro a mi puerta en busca de señal alguna , ningún alma posaba sus pies en esa habitación durante años, solo el desamparado espíritu quebrado que por las noches solo dormía y de día solo existía aunque sin saberlo realmente. Miles de recuerdos abarrotaron en un segundo mis pupilas, el miedo no era el mismo que el unos segundos, ahora sentía el temor de no vivir, un silencio espantoso penetraba cada milímetro de piel, el frío inexistente inquietaba y los fugaces recuerdos lentos en mi mente destruían a su paso, uno por uno, sin piedad y en armas mortales, cada pieza de confianza, ya no quería si quiera estar de pie, la ventana me miraba, el suelo me devoraba lentamente y yo sin saberlo, las murallas amenazaban en aplastar y el tejado se despedía cruel y riendo para no celar ya mas nunca mi destruida y encogida capa de vida y lanzarla al profundo espacio, gélido, solitario, y desconocido.
En ese momento no sería una pésima idea, el cuerpo del cosmos era igual a como yo, un maldito condenado y solitario, frío como solo el mas frío de los hielos polares puede ser y misterioso incluso para si mismo. Cada segundo de depresión se acumulaba con el terror, gota tras gota, pensaba en como dejar de sentir, un segundo bastaría de tranquilidad y el mundo, mi mundo sería mejor...
Algo duele en la espalda, miró fijamente el techo, clavado con sus ojos inyectados en sangre en un punto del infinito que deseaba tocar, su cuerpo yacía inmóvil, no respiraba. La muerte escondida se asoma en sus ardientes cuencas, saluda con una mueca grotesca y burlona, ¿Como imaginas a la dueña de toda vida? Ni aunque la vieras como el en ese momento podrías saberlo, una pútrida mano hermosa llena de yagas y flores marchitas tocó y acaricio el pómulo del cadáver en vida que al infinito miraba, se dejaba seducir lentamente, la sombra encapuchada escondía cada símbolo de belleza, un aire desolador atacaba cada una de sus pieles rotas y ancianas por el tiempo, era ver el sufrimiento de la vida, o el intento de existir que llamamos vida. Seductora, con su otra mano acaricia el pecho del inmóvil, ásperas portadoras de putrefacción ungían desesperanza en el ser que ya no era, que poco a poco tornaba su pálida piel joven y viva, en papel frágil como el tiempo casi transparente y sin brío, gris y nauseabunda piel de muerte en vida que anhelaba solo reconocer que su amada Alexandra solo eran sus palabras sin cumplir, sus deseos y frustraciones, su mediocre existencia sin propósito, inútil vida sin recursos ni talentos, solo llantos y unas malditas y horribles hojas que de nada servían. Palabras vacías, otras tan feas como su no melodioso cantar a los cielos, su vida era un fracaso que ahora acababa en un burdo sueño infantil, donde la muerte ahora encima de el devoraba piel y hueso mientras el resto de alma retorcida y sin sentir observaba sin llorar ni quejar. Alexandra ni en muerte ni en vida logró alcanzar y ahora, como todos en algún momento un eterno descansar, reposar de la delicada tela de vida que no supimos aprovechar, y ahora tu que con cada letra que lees disfrutas de la muerte, solo te advierto algo, nunca a Alexandra lograras alcanzar, es solo la barrera de la muerte, la trampa mortal que de preámbulo a la cena de la caprichosa ha de servir, solo por eso te condeno a servir el plato de la gula cuando llegue y prepárate que algún día llegará tu final y si buscando a Alexandra vives o no vives por lo mismo, te juro por tu misma vida que has de sufrir los embates de la muerte vacía y sin vida.
Solo unos trozos de vida le quedaban, caprichosa ella llama a la bestia de su pesadilla, la que sus ojos lo atormentaron y cautivaron antes de despertar para morir, Alexandra saboreaba cada sobra de huesos,carne y sangre en su víctima.
Nunca mas...
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